Unos pequeños mártires
Los
Santos Justo y Pastor, también conocidos como los Santos niños, nacidos en
Tielmes (Madrid), fueron unos mártires hispanorromanos ejecutados en el
304 en Alcalá de Henares por orden del gobernador Daciano, durante la
persecución de Diocleciano. Justo y Pastor, que contaban con 7 y 9 años
respectivamente, se negaron a abjurar del cristianismo.
En el lugar
donde fueron ejecutados, años después se levantó una capilla para albergar sus
restos, que fueron trasladados por San Urbicio a la provincia de Huesca, y a
Burdeos, Francia, tras la invasión musulmana. En 1568 una parte de los restos
regresó a Alcalá, donde se encuentran actualmente, quedando la mayor parte en
Huesca. Su fiesta se celebra el 6 de agosto.
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Son los patronos
de la ciudad complutense, de Tielmes, de Fustiñana (Navarra) y de Navalmanzano
(Segovia). En Cambados (Pontevedra), se celebra la Fiesta de San Justo y San
Pastor en la capilla del monte de la Pastora, incluyendo la misa en honor a los
santos y la procesión. A ellos
está consagrada la catedral de Alcalá de Henares.
BREVE RESEÑA
Convencieron los de
la tetrarquía a Diocleciano que los verdaderos enemigos a exterminar del
Imperio eran los que se profesaban cristianos y que ya estaban por todas
partes. Fueron capaces de convencerlo porque había datos que de ningún modo
necesitaban probarse por su evidencia: los cristianos no daban culto a los dioses
romanos, se mostraban ausentes en el circo y ponían auténtico reparo a verse en
las termas; su matrimonio les dura para toda la vida y a los hijos concebidos
no los exponen jamás a la muerte; comparten el pan y las casas, pero no la
cama. Estas cosas podrían perdonárseles porque son honestas, pero realizan
extrañas prácticas religiosas sólo accesibles a los iniciados y como no ceden
en la adoración a los dioses dándoles incienso, y como adoran a un Cristo o
Cresto más que a su propia vida son una fuerza potencial inmensa que puede
volverse contra el Imperio si se lo propusieran. Son fanáticos que escapan a la
influencia y autoridad del César y es precisa su destrucción. El César Galerio
ha triunfado en su intento exterminador. Decretos y más decretos promulga
Diocleciano que está representado por su gobernador o prefecto Daciano en el
extremo occidental del Imperio. La persecución se ha desatado fuerte y cruel
desde los Pirineos hacia el sur, dejando un rastro de sangre cristiana:
Vicente, Eulalia, tantos y tantos. También los niños Justo y Pastor.
Prudencio,
que en su Peristefhanon cantará la gloria de los mártires y de las ciudades que
los poseyeron, incluye a los dos niños mártires entre los que forman su corona,
afirmando que son la "gloria para Alcalá"; luego serán mencionados
por Venancio Fortunato y estarán presentes con veneración en los Santorales y
Calendarios visigóticos con san Isidoro en su obra De viris Illustribus y san
Ildefonso que retoca, en apéndice, el diálogo entre los hermanos; también en la
liturgia Mozárabe aparecen sus nombres al celebrar las fiestas, y son cantados
por la literatura posterior como en el soneto de Lope: "Dos corderos al
cielo sacrifica, primicias ya de innumerables santos". Llegan con el
tiempo a ser nombrados Justo y Pastor los Patronos de Alcalá y de toda la
archidiócesis de Madrid.
Las
actas son tardías, no auténticas y nada creíbles. Sólo recogen la tradición
oral de los hechos transmitidos a lo largo de las generaciones; un autor
anónimo los pone por escrito adaptándolos a las necesidades de sus
destinatarios o inventándolos para dar una buena catequesis presentándolos
adornados con elementos estéticos más o menos plausibles.
Sólo
sabemos de Justo y Pastor que eran dos niños, como de siete y nueve años, y que
murieron degollados por presentarse espontáneamente ante Daciano, manifestando
su condición de discípulos de Cristo; sufrieron martirio los dos hermanos al
ser degollados probablemente en las afueras de la ciudad llamada entonces
Complutum y ahora Alcalá de Henares.
No
quiso Asturio, el obispo de Toledo, dejar ya la ciudad complutense después del
hallazgo de sus restos. Así llegó Complutum a ser sede episcopal y él su obispo
primero. Allí mismo edificó en su honor la primera basílica.
Pronto
se difundió su culto a toda la piel de toro cristiana e incluso más allá de los
Pirineos; de hecho, el que en Barcelona se pusiera la diócesis recién erigida
bajo su advocación, allá por el siglo IV, es un testimonio bien claro de cómo
se comentó el suceso de la muerte de los intrépidos inocentes, de cuánto
estimuló su ejemplo a ser leales a la fe y de dónde se sitúa el término o
medida del amor a Jesucristo para no decir nunca "basta" a sus
exigencias.
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En
1567, san Pío V promulgó una bula papal, en la que ordenaba que fuesen
trasladadas parte de las reliquias de los santos Justo y Pastor desde Huesca a
Alcalá de Henares, ciudad de su cuna y martirio. En noviembre de ese mismo año,
Felipe II y su hijo el príncipe Carlos, enviaron una carta cada uno dirigida al
Obispo de Huesca para que cumpliese con lo ordenado por el Papa. Así fue, como
parte de las reliquias de los santos Justo y Pastor, fueron remitidas a la
ciudad de Alcalá de Henares de la que son patronos los "Santos
Niños".
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