La evangelización obedece al mandato misionero de
Jesús: «Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo
lo que os he mandado» (Mt 28,19-20). En estos versículos se
presenta el momento en el cual el Resucitado envía a los suyos a predicar el
Evangelio en todo tiempo y por todas partes, de manera que la fe en Él se
difunda en cada rincón de la tierra.
La imagen es de la red. |
En la Palabra de Dios aparece permanentemente este
dinamismo de «salida» que Dios quiere provocar en los creyentes. Abraham aceptó
el llamado a salir hacia una tierra nueva (cf. Gn 12,1-3).
Moisés escuchó el llamado de Dios: «Ve, yo te envío» (Ex 3,10), e
hizo salir al pueblo hacia la tierra de la promesa (cf. Ex 3,17).
A Jeremías le dijo: «Adondequiera que yo te envíe irás» (Jr 1,7).
Hoy, en este «id» de Jesús, están presentes los escenarios y los desafíos
siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos somos
llamados a esta nueva «salida» misionera. Cada
cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide,
pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad
y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio.
Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio” (números
19 y 20)
Papa Francisco.
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