San Lucas
(12,49-53)
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He
venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con
un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis
que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán
divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán
divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la
hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la
suegra».
Es uno de
esas lecturas del Evangelio que no te dejan indiferente y te preguntas que
quería decir Jesús. Nadie mejor que el Papa Francisco para comentarlo.
Aunque su
comentario es del 18 de agosto de 2013, nos ha ayudado a comprender este pasaje
bíblico.
* * * * * ** *
El Papa
comentó este domingo en la Plaza de San Pedro, antes de rezar el Ángelus, las
palabras de Jesucristo en el Evangelio del día: "¿Acaso pensáis que
he venido a traer paz sobre la tierra? No, os lo aseguro, sino división" (Lc 12, 51). Unas palabras,
anticipó Francisco, "que no ponen en crisis, y que hay que explicar
para evitar malentendidos".
"¿Qué
significa esto?", se preguntó el Papa: "Significa que la fe no es algo decorativo, ornamental, no
es para decorar la vida con un poco de religión, como una tarta a la que se
le pone la nata. ¡No! La fe implica elegir a Dios como criterio-base de la
vida, y Dios no es algo vacío, no es neutro. ¡Dios es amor! Dios es siempre
positivo, es amor positivo".
Signo de contradicción
Seguidamente
concretó esta idea: "Después de que
Jesús viniese al mundo, ya no podemos hacer como si no conociésemos a Dios,
como si fuese una abstracción, una referencia, algo nominal. No, Dios tiene un
rostro, tiene un nombre: Dios es misericordia, es fidelidad, es vida que se
entrega. Por eso Jesús dice que ha venido a traer división".
Pero
"no es que Jesús quiera dividir a los hombres, ¡al contrario! ¡Jesús es
nuestra paz, nuestra reconciliación! Pero esta paz no es neutralidad, no es
consenso a toda costa. No es la paz de los sepulcros. Seguir a Jesús implica renunciar al mal, al egoísmo, y elegir el bien,
la verdad, la justicia, incluso cuando eso exige sacrificio y renuncia a
los propios intereses. Y eso divide, lo sabemos, divide incluso los
vínculos más estrechos".
"Atención",
insistió: "¡No es Jesús quien divide! Él pone el criterio: o vivir para sí mismo, o vivir para
Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio
yo, u obedecer a Dios. Es en ese sentido en el que Jesús es ´signo de
contradicción´ (Lc 2, 34)".
Fortaleza vs violencia
"Por
tanto, estas palabras del Evangelio no autorizan en modo alguno el uso de la
fuerza para difundir la fe", concluyó Francisco: "Es justo al
revés: la verdadera fuerza del cristiano es la fuerza de la verdad y del
amor, que implica renunciar a toda violencia. La fe y la violencia son incompatibles". Y reiteró: "¡La
fe y la violencia son incompatibles!".
Pero,
añadió, sí hay una relación entre "la fe y la fortaleza, que van
unidas. El cristiano no es violento,
pero es fuerte, con la fortaleza de la misericordia".
Tras el
Angelus, el Papa quiso insistir espontáneamente en una de las ideas que había
expresado antes: "Seguir a
Jesucristo no es neutro, exige involucrarse. La fe no es decorativa, porque
es una fuerza del alma".
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