Hijo de una familia de raigambre cristiana,
recibió el Santo Bautismo en la Iglesia Parroquial de Santiago de la ciudad
accitana. Por su vocación sacerdotal ingresó en el Seminario de san Torcuato.
Sus virtudes atrajeron pronto al buen obispo don Maximiano Fernández del Rincón
y Soto – Dávila, que lo tuvo como paje durante los últimos años de su
pontificado.
Ordenado presbítero el veintiuno de diciembre
de 1901, continuó vinculado al Seminario como Superior. También se le encomendó
la coadjutoría de la Parroquia de santa Ana en la misma ciudad de Guadix. En
1906 pasó a ser coadjutor de su parroquia natal, a la que entregaría los
treinta años de su ministerio. De este modo lo recordaba el canónigo Sánchez
Cuevas: « De carácter fuerte y decidido hizo frente en más de una ocasión a los
que pretendieron faltarle el respeto, poniéndoles a raya. Esto fue también
causa de que algunos, en desquite, le buscaran, iniciada la persecución,
deteniéndole en los primeros días. »
El mismo canónigo conservaba la memoria de su
martirio: « Llevado al vagón de ferrocarril donde llevaron también al Sr.
Obispo don Manuel Medina Olmos con otros sacerdotes, fue conducido a Almería
con los demás, pasando por varias prisiones. Trasladado al barco prisión Astoy
Mendi, fueron maltratados por los milicianos y marineros y, finalmente, en la
madrugada del día treinta de agosto fueron sacados en compañía de los Obispos y
otros, para ser asesinados y quemados sus cadáveres. » Tenía cincuenta y nueve
años al coronar su vida con el martirio.
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