FUENTE
DIÓCESIS DE ALMERÍA
Alumbrado
en las tierras alpujarreñas que tanto marcarían su vida, recibió las aguas
bautismales a los tres días de su nacimiento en la Parroquia de la Inmaculada
de su pueblo natal. Muerto muy pronto su padre, tuvo que criar a sus diecinueve
hermanos junto a su madre con gran precariedad. En 1896 pudo responder a su
vocación sacerdotal al ingresar en el Seminario de Almería, si bien estudió
posteriormente en los de Guadix y Granada con buenas notas.
Ordenado
presbítero el dieciocho de septiembre de 1908 en Granada, fue Coadjutor de la
Parroquia de la Inmaculada de Adra hasta 1910. En los años sucesivos sirvió en
las coadjutorías de su pueblo natal y de Ohanes. Fue Cura Ecónomo de Albuñol,
Algarinejo, Ugíjar y Rágol.
En
1923 fue nombrado Párroco – Arcipreste de Canjáyar, donde entregaría el resto
de su ministerio y se ganaría el amor de los canjilones. Su sobrino don
Inocencio recuerda que: «Con su escasa asignación económica, socorría también a
los pobres. Él respondía siempre “Dios proveerá” a la señora que lo atenía,
cuando andaban escasos para comer cada día. Era un hombre de gran bondad. »
Al
estallar la Persecución Religiosa, su feligresa doña Dolores Hernández
recordaba que: «Se encontraba leyendo un libro cuyo título era Los mártires de la Alpujarra y me dijo “Qué suerte morir mártir”. »
Cuando intentaron que se ocultara respondió: «No puedo abandonar mi Parroquia
ni a mis feligreses porque nada tengo que temer; nadie se meterá conmigo porque
jamás hice mal alguno. » El diecinueve de julio de 1936 puso a salvo el
Santísimo y a la Santa Cruz del Voto, siendo detenido y enviado a Almería nueve
días después, tras una cruel prisión en Alhama de Almería.
En
la cárcel, sus verdugos creyeron que había perdido el habla por su heroica
mansedumbre. A los cincuenta y dos años coronó con el martirio, en el pozo de
la Lagarta, su virtuosa existencia.
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