La ciudad de Vera acogió su nacimiento y su
bautismo, así como su crianza en la casa de su padre que ejercía de
veterinario. Por su vocación, ingresó en el Seminario de Almería y fue ordenado
presbítero en el Santuario de la Santísima Virgen del Mar el doce de junio de
1897.
Recibió su primera misión pastoral como
capellán del Hospital de Vera en 1898, siendo coadjutor de su parroquia natal
en 1905 y ecónomo de Purchena en 1907. En 1916 fue Cura Ecónomo de Arboleas y,
desde 1918, Cura Regente de Cantoria. Por una década, desde 1922 a 1931, fue
Cura Encargado de Lubrín.
Retornado a su ciudad natal desde 1931 como
Coadjutor. Su sobrina nieta lo recordaba así: «Tenía gran celo apostólico.
Ayudaba al maestro Pedro a dar clases a los niños y jóvenes del pueblo. No era
hombre vicioso, era un sacerdote respetuoso con la gente y al mismo tiempo
querido y respetado por todos. No le he oído a nadie decir algo desagradable de
él. Vivía con una hermana, que era también una persona profundamente religiosa.
Era un hombre de gran fe, fiel al rezo del Breviario. Él manifestaba siempre su
amor a Dios y respeto a su santo nombre. Cuidaba mucho su tiempo del
confesionario para atender a los fieles en el sacramento de la penitencia.»
El veinticinco de julio de 1936 celebró, con
grave peligro, la Santa Misa en la solemnidad del Patrono de España. Durante su
detención, el seis de agosto, «Su hermana intentó defenderlo para que no se lo
llevaran y alguno del piquete le golpeó con la culata de la escopeta en la
cabeza, la tiraron al suelo, dejándola medio loca, y así se mantuvo hasta que
murió.»
Sufrió prisión en Almería junto a los beatos
Obispos Ventaja y Medina Olmos. Seleccionado para ser martirizado junto con
ellos, durante el trayecto hacia el barranco del Chisme, el beato don Diego
Ventaja Milán le pidió: «Padre, usted que es el mayor ¿quiere darnos la
absolución?» Contaba sesenta y cuatro años de edad al entregar su vida por
Cristo.
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