Nacido en la ciudad bañada por el río
Carrión, fue bautizado en la Iglesia Parroquial de san Miguel. A su vocación
sacerdotal unió la intelectual, cursando brillantes estudios en los Seminarios
de Palencia y Salamanca. Doctorado en Teología por la Universidad de Salamanca,
hizo lo propio en la Universidad Pontificia de Comillas en la disciplina de
Derecho Canónico.
Fue ordenado presbítero el diecinueve de
septiembre de 1908. En 1911 recibió su primera misión pastoral, como Coadjutor
de la Iglesia filial de santa María de Becerril de los Campos. Los dos años
siguientes fue Cura Ecónomo de Villasavariego de Ucieza. En 1913 regresó al
Seminario de su ciudad natal como profesor y, en 1925, tomó posesión como
canónigo de la Catedral palentina.
A Almería llegó en 1933, al permutar su
canonjía. Además de sus obligaciones en la Catedral, se hizo cargo de dar
clases en el Seminario. Cuando se inició la Persecución Religiosa contaba con
cincuenta y un años.
Un seminarista de la época recuerda lo
acontecido: «Se sentó en un banco de hierro que había en la plaza, frente a la
misma puerta del Seminario. Al salir don Ángel Alonso Escribano, siervo de Dios
y operario diocesano y yo, don Ángel le dijo: “Don Mariano ¿es que se va a
quedar ahí sentado?” Él contestó: “Yo no conozco a nadie. Sí me han de
martirizar, lo mismo me da a mí que sea aquí que en otra parte. Aquí a nadie
pongo en peligro de ser perseguido”. Y allí se quedó; allí lo cogieron y allí
comenzó su calvario hasta su muerte. Era un sacerdote ejemplar y bondadosísimo.
Aún ahora parece que lo estoy viendo. Yo le quería mucho por su afabilidad y
gratitud; por todo te decía: “gracias”. »
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