Sus padres, humildes zapateros, lo llevaron a
bautizar a los nueve días de su nacimiento en la Iglesia Parroquial de san
Miguel Arcángel de su ciudad natal. En 1888, para responder a su vocación
sacerdotal, ingresó en el Seminario de san Torcuato. Fue ordenado presbítero el
veintitrés de diciembre de 1900.
Su primer encargo pastoral fue el de
Coadjutor de la Peza, pasando después a servir a la parroquia de Venta Quemada
como Cura Encargado desde 1906 a 1912 y Cura en propiedad desde 1912.
Beneficiado de la Catedral de santa María de
la Encarnación de Guadix desde 1914, dedicó el resto de su vida al servicio del
culto catedralicio y siempre cumplió fielmente sus obligaciones en el coro.
Precisamente este celo sería la causa de su martirio pues, como recuerda el
canónigo Sánchez Cuevas, al comienzo de la Persecución Religiosa: «A ella se
dirigió el veinticinco de julio del año trágico, por no quedarse sin celebrar
el día de su santo. Con este motivo lo detuvieron y le condujeron al furgón
humillante y de allí, a Almería. »
De este modo, a sus sesenta y un años,
compartió el martirio de los beatos Obispos de Almería y de Guadix.
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