Sus
padres, don Manuel y doña Pastora, siguieron los consejos del Obispo don José
María Orberá y Carrión y lo enviaron al Colegio de los Padres Jesuitas en
Orihuela. Allí cursó brillantísimos estudios y se licenció en Derecho.
Seglar de
comunión diaria, de su devoción eucarística maduró una vida entregada por
entero al apostolado de la caridad. Solícito administrador de sus fincas, todo
lo empleaba en generosas limosnas. No es sencillo cuantificar sus incontables
obras caritativas. Fundador de los Asilos de la Sagrada Familia de Tíjola y
Oria, conferenciante de san Vicente de Paúl y colaborador de las Hermanitas de
los Pobres. Su caridad lo llevaba a la búsqueda de la justicia, siendo el único
que se atrevía a contratar gitanos en su pueblo.
Para
fomentar las vocaciones sacerdotales fundó una importante beca para el
Seminario y, en 1926, el Obispo fray Bernardo Martínez Noval lo nombró
Vicepresidente de la Junta Diocesana de Vocaciones Eclesiásticas. Este mismo
Prelado, sabedor de su mecenazgo para con la Basílica de Nuestra Señora de las
Mercedes de Oria, le confió trabajar en el monumento del Sagrado Corazón de
Almería.
Próxima la
Persecución Religiosa, aceptó del Beato Ventaja la responsabilidad de
Vicepresidente de la Junta Diocesana de Acción Católica. Con valor regreso de
una peregrinación a Tierra Santa y, tres días después, fue detenido en Tíjola.
Preso en las Adoratrices, coincidió con los Beatos Ventaja y Medina Olmos.
Trasladado al Cuartel de Milicias, a sus sesenta y sieta años compartió
martirio con el Siervo de Dios don José Álvarez Benavides de la Torre. Antes
del martirio le cortaron aquellas manos que tanto socorrieron a los
necesitados.
Un testigo
refiere que: «Era un hombre que con su testimonio cristiano atraía a los demás
hacia Dios. Era notorio su amor y predilección a los pobres.»
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