Nacido en una familia auténticamente
cristiana, como monaguillo se ganó la admiración de todos por su piedad y
simpatía. La devoción a la Santísima Virgen del Mar, patrona de Almería, marcó
su existencia. Ni un solo día dejó de acudir a su Santuario para encomendarse a
la Madre de Dios.
Despierto e inteligente, comenzó sus
brillantes estudios en el Colegio de la Salle. En la Universidad de Granada se
licenció en Derecho, trabajando desde entonces como abogado en el despacho de
su padre. En los difíciles tiempos de la II República fundó la Asociación de
Estudiantes Católicos e ingresó en la Acción Católica para promover la
evangelización. Como adorador nocturno, tomaba de la Eucaristía las fuerzas
para su incesante apostolado.
Vinculado a los Padres Dominicos, ingresó en
el noviciado de Almagro pero descubrió que su auténtica vocación era el
matrimonio. El uno de febrero de 1936 contrajo matrimonio con doña Elvira
Enciso Reynaldo en la Iglesia Parroquial de Santiago de Almería.
Detenido junto a su padre, el Siervo de Dios
don Rafael Calatrava Ros, sufrieron prisión junto a los Beatos Ventaja y Medina
Olmos. El veintiséis de septiembre sucedió lo que recordaba un testigo ocular:
«Por referencias recogidas de los que sobrevivieron al martirio en el barco
prisión Astoy Mendi, el Siervo de Dios no iba en la lista de esa saca, pero al
escuchar el nombre de su padre se levantó para acompañarlo a donde fuera
trasladado. Le dijeron que a él no le habían nombrado, a lo que Jaime
respondió: “No importa, yo voy donde vaya mi padre”. Le dijeron: “No te
conviene”, pero él contestó: “No importa”. Los condujeron juntos a los pozos de
Tabernas donde fueron martirizados. No hubo juicio ni defensa, sólo matar.»
Tenía veintidós años y sólo había
transcurrido medio año desde su enlace. Su esposa, doña Elvira, se encontraba
embarazada del primer hijo del matrimonio.
FUENTE DIOCESIS DE ALMERIA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario