“La normalidad de la vida cristiana”
Cuando entras en contacto con la vida de
un santo, o de un mártir como es nuestro caso, la primera impresión es la de
que yo no sería capaz. Y aunque no es desafortunada la impresión, porque Dios a
cada uno nos llama de una manera, es que más allá de fenómenos extraordinarios
o situaciones excepcionales, la santidad es una llamada a cada cristiano, todos
estamos llamados a la santidad, lo normal de la vida cristiana es ser santo.
La santidad pertenece a Dios, el Santo.
No es por nuestro esfuerzo. En Él ya todos somos santos.
Decía Madre Teresa que “la santidad no
es un privilegio para algunos, sino una obligación para todos”, para todos. La
santidad no es un lujo sino una necesidad, la santidad es hacer normal la vida
cristiana. La santidad es amar.
En Granada tenemos modelos en este arte
de amar al otro incondicionalmente, sin pedir nada a cambio: el Santo de la
Caridad. Contemplarlo no es otra cosa que contemplar la santidad de Dios, y él
sabía que no bastaba llamarse de Dios para serlo. El buen seguidor de Cristo,
sino que es necesario aceptar la santidad como un don de Dios y ayudarse por
los hermanos.
Nuestros mártires así vivieron.
Hicieron “normal” la vida en el barco
carbonero “Estoy-Mendi” y continuamente se animaban mutuamente a seguir a
Cristo. Para ellos fue una gracia especialísima y una fuerza que solo Dios da.
Para nosotros es hacer normal nuestra
vida y amar.
Paco H.
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