“¿Cómo hacer normal la vida”
“Quizás la vida es más normal, cuándo más normal la
vida es.
Y yo me atrevería a cambiar el quizás,
por un rotundo “seguro que”, y es
que a veces, lo más obvio es lo que menos vemos. Cuantas veces nos pasamos
pensando qué se yo, pero cosas complicadísimas, esfuerzos grandísimos,
sacrificios… hasta dar la vida.
Y
es que nos vamos al final y no al principio.
El final de un mártir lo conocemos: “dio la vida por Dios”
Pero si al mártir Dios lo toma para sí,
ese es un privilegio que solo depende de Dios. De D. Ángel, como de sus otros
ciento catorce compañeros de esta causa o de todos aquellos que a lo largo de
la historia han sido llamados al martirio, hay algo que desde el principio
llama la atención: su gran fe y su deseo
de alabar continuamente a Dios. Sus vidas son continuos himnos de alabanza a
Dios que los salva. Ellos sienten que Dios pasa por sus vidas y que en su
debilidad e incertidumbre, hay una mano poderosa que los guía y los lleva
adelante. Han descubierto el sentido intimo y profundo de todo lo que les pasa,
hay una mano poderosa y fuerte que los guía: “la mano de Dios”. Dios les hace sentir que “su fidelidad es eterna”.
De la red |
Ellos
vieron la gran luz que nace de lo alto y sus tinieblas se hicieron luz. Para ellos la historia es otra, y aunque estén
rodeados de “tinieblas y sombras de muerte”, sus almas no temen porque ellos,
por la gracia de Dios, han visto la gran luz.
Nosotros, mientras llega ese momento
sagrado de encontrarnos con El, debemos de tener viva nuestra fe y el propósito de que nuestra
vida sea una alabanza continua a Aquel del que recibimos todo, un gloria
incesante al que nos ha llamado de las tinieblas y sombre de muerte donde nos
ha llevado nuestras continuas faltas de amor hacia nuestros hermanos.
Paco H.
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